La flecha indica la congestión del seno maxilar izquierdo |
Como su nombre lo indica, la sinusitis es la inflamación de la mucosa que recubre los senos paranasales. Dicha mucosa es una extensión de la mucosa nasal, por lo tanto esta enfermedad está relacionada con la presencia de rinitis.
Se la clasifica siguiendo un orden cronológico como:
- Aguda: si tiene inicio agudo y duración menor a un mes. Los microorganismos aislados con mayor frecuencia en estos casos son Streptococcus pneumoniae, Haemophilus influenzae y Moraxella catarrhalis.
- Aguda recurrente: si se presentan más de 4 episodios en un año.
- Subaguda: si posee entre 1 y 3 meses de evolución.
- Crónica: si los síntomas presentan más de 3 meses, pudiendo existir exacerbaciones agudas de sinusitis crónica. Si bien siguen predominando durante esta etapa las mismas bacterias que en la sinusitis aguda, también aumenta la incidencia de anaerobios como Staphylococcus aureus y estafilococo coagulasa negativo.
Los senos paranasales se ubican en los huesos del rostro y sus funciones son reducir la masa ósea y, por ende, el peso del cráneo; humidificar y calentar el aire respirado y brindar resonancia a la voz.
Como se comentó anteriormente, cuando se inflama la mucosa nasal es muy común que también lo haga la sinusal. Esta inflamación de forma inicial es producida por una infección viral de las vías respiratorias superiores, rinitis y sinusitis. Posteriormente, se obstruye el ostium sinusal, se altera el aparato mucociliar y aumenta la cantidad de secreciones, modificándose su calidad. Otras de las causas que pueden predisponer a la sinusitis son los cambios de presión (buceo, viaje en avión), irritantes (frío, sequedad de mucosa, agua de mar o clorada), alteraciones en el aparato mucociliar y obstrucciones mecánicas. Tras la inflamación inicial y el acúmulo de secreciones, se produce el crecimiento bacteriano, desencadenando infección de los senos paranasales.
La sinusits aguda se manifiesta como un resfrío común que dura más tiempo de lo normal (entre 10 y 30 días). En niños menores de 10 años se presenta como rinorrea persistente generalmente purulenta, aunque puede ser hialina o serosa; tos, que predomina durante la noche; fiebre; halitosis; descarga retronasal; náuseas y vómitos. En adolescentes y adultos, si bien pueden existir estos síntomas, también se observa edema periorbitario, cefalea, hipersensibilidad sinusal y dolor a la percusión en los molares superiores.
En el caso de la sinusitis crónica, los síntomas se presentan por más de 3 meses, predominando la rinorrea mucopurulenta y la tos; la fiebre es menos frecuente.
El diagnóstico se establece por la presencia de síntomas respiratorios superiores persistentes (rinorrea por más de 10 días) o graves (fiebre mayor a 39º C y descarga nasal purulenta de manera conjunta que se presenta por 3-4 días). El diagnóstico se apoya con radiografías de senos paranasales. La tomografía computada se recomienda solamente cuando existe enfermedad recurrente, en infección persistente y en complicaciones infecciosas. Del mismo modo, la aspiración de los senos paranasales para realizar cultivo de la muestra solo está indicada ante la falta de respuesta a múltiples antibióticos, cuando existe dolor facial severo, en presencia de complicaciones orbitarias o intracraneales y para evaluación del paciente inmunocomprometido.
En general el tratamiento se inicia de manera empírica de acuerdo a la epidemiología del lugar, características del paciente y severidad del cuadro. En adultos suele administrarse amoxicilina con ácido clavulánico, cefalosporina de segunda generación o quinolonas. En el caso de los niños, el manejo depende de los factores de riesgo (uso de antibióticos durante el último mes, asistencia a guardería, cuadros de otitis mediay/o sinusitis frecuentes); si no cuenta con ninguno de estos factores, entonces el tratamiento se realiza con amoxicilina con o sin ácido clavulánico. Si existe alergia a la penicilina, se puede utilizar claritromicina, azitromicina, clindamicina o cefalosporinas de segunda generación. En el caso de presentar alguno de los factores de riesgo mencionados, el manejo se raeliza con amoxicilina a altas dosis en combinación con un inhibidor de ß-lactamasa (como el ácido clavulánico).
El tratamiento debe seguirse durante 10-14 días; idealmente hasta 7 días después de la ausencia de síntomas.